Imagina que estás en la sala de espera de urgencias con tu bebé que no para de llorar, con fiebre alta y claramente sufriendo. Pasan los minutos, que se convierten en horas, mientras observas cómo otros pacientes son atendidos. Cuando finalmente os atienden, el médico apenas examina a tu pequeño y, con un gesto despreocupado, os manda a casa con un «es solo un virus». Días después, tu hijo está ingresado en la UCI pediátrica luchando por su vida debido a una meningitis no diagnosticada. Esta es una situación que, lamentablemente, he visto repetirse en mi despacho más veces de las que me gustaría contar.

Errores críticos en la atención urgente neonatal: una realidad alarmante

Los servicios de urgencias son la primera línea de defensa para proteger la salud de los más vulnerables: nuestros bebés y recién nacidos. Sin embargo, estos entornos de alta presión, a menudo saturados, se convierten en escenarios donde los errores médicos pueden tener consecuencias devastadoras e irreversibles.

Cuando un bebé llega a urgencias, cada minuto cuenta. Su organismo, aún en desarrollo, responde de manera diferente a las enfermedades y su capacidad para compensar fallos orgánicos es limitada. Por eso, los retrasos en el diagnóstico o los errores en la identificación de signos de alarma pueden marcar la diferencia entre una recuperación completa y secuelas permanentes.

En mi experiencia como abogado especializado en negligencias médicas, he observado que muchos padres no son conscientes de que ciertos síntomas aparentemente «normales» en bebés pueden ser indicadores de problemas graves cuando no reciben la atención adecuada. ¿Quieres saber por qué esto es tan importante? Porque el tiempo de reacción en patologías neonatales es mucho más reducido que en adultos.

Principales errores en la atención urgente a bebés

Triaje inadecuado: el primer eslabón que falla

El triaje es el sistema de clasificación que determina la prioridad de atención en urgencias. Para los bebés, este proceso debería seguir protocolos específicos que tengan en cuenta su vulnerabilidad. Sin embargo, la realidad muestra que:

  • No se aplican correctamente los protocolos pediátricos específicos
  • Se subestiman síntomas como irritabilidad o rechazo alimentario
  • No se prioriza adecuadamente a lactantes menores de 3 meses
  • Se realizan valoraciones incompletas de constantes vitales

Veamos por qué este detalle marca la diferencia: un bebé con fiebre de 38°C y aparentemente tranquilo puede estar desarrollando una sepsis que, sin tratamiento inmediato, puede provocar daño cerebral irreversible en cuestión de horas.

Cuando alguien llega al despacho tras sufrir una negligencia médica relacionada con errores en la atención de urgencia a su bebé, lo primero que analizo es si hubo una correcta aplicación de los protocolos de triaje pediátrico. La mayoría de hospitales disponen de escalas específicas como el Triángulo de Evaluación Pediátrica o el Sistema de Triaje Canadiense adaptado, cuyo incumplimiento puede constituir una base sólida para demostrar la negligencia.

Diagnósticos erróneos o tardíos: consecuencias devastadoras

Los errores diagnósticos en bebés son particularmente peligrosos por varios motivos:

  • La sintomatología en neonatos es frecuentemente inespecífica
  • Muchas patologías graves se presentan inicialmente con síntomas leves
  • La comunicación se basa exclusivamente en la interpretación de los padres
  • La exploración física requiere experiencia específica en pediatría

Entre los diagnósticos frecuentemente mal gestionados en urgencias destacan:

  • Meningitis: confundida con virus comunes
  • Sepsis neonatal: interpretada como fiebre sin foco
  • Invaginación intestinal: diagnosticada como simple cólico
  • Deshidratación grave: subestimada en casos de gastroenteritis
  • Cardiopatías congénitas: confundidas con problemas respiratorios

Según mi experiencia en este tipo de casos de negligencia médica, el error más frecuente es no realizar las pruebas diagnósticas necesarias por considerar «improbable» una patología grave. Aquí viene lo que nadie te cuenta: en medicina pediátrica urgente, lo improbable debe descartarse activamente, no simplemente ignorarse.

Errores de medicación: dosificación y fármacos inadecuados

La administración de medicamentos en bebés requiere un cálculo preciso basado en el peso, edad gestacional y función renal y hepática. Los errores de medicación más frecuentes incluyen:

  • Cálculo incorrecto de dosis por kilogramo de peso
  • Administración de medicamentos contraindicados en neonatos
  • Diluciones inadecuadas que alteran la concentración del fármaco
  • Confusión entre presentaciones pediátricas y de adultos
  • Interacciones no consideradas entre medicamentos

Un caso que defendí recientemente involucraba a un bebé de 2 meses que recibió una dosis diez veces superior a la indicada de un antiinflamatorio en urgencias, provocándole una insuficiencia renal aguda. El error se produjo por una simple confusión en la colocación del punto decimal en la prescripción.

Deficiencias en la monitorización y observación

Los bebés pueden deteriorarse rápidamente sin mostrar signos evidentes hasta que la situación es crítica. Una monitorización inadecuada durante la estancia en urgencias puede tener consecuencias fatales:

  • No realizar controles periódicos de constantes vitales
  • Ignorar cambios sutiles en el estado neurológico
  • No valorar adecuadamente la respuesta a tratamientos iniciales
  • Alta prematura sin periodo de observación suficiente

Mi valoración legal, tras años dedicados a este tipo de reclamaciones, es que los protocolos de observación en urgencias pediátricas deben ser mucho más estrictos que en adultos. Un bebé con fiebre que parece mejorar tras un antitérmico debería permanecer en observación el tiempo suficiente para comprobar que la mejoría es real y sostenida, no simplemente transitoria.

Altas prematuras: cuando el peligro continúa en casa

Uno de los errores más graves y frecuentes es el alta prematura sin un diagnóstico claro o sin haber descartado patologías potencialmente graves. Las consecuencias pueden ser devastadoras cuando:

  • Se envía a casa a un bebé sin identificar la causa de su fiebre
  • No se proporcionan instrucciones claras sobre signos de alarma
  • Se subestima la capacidad de deterioro rápido en lactantes
  • No se programa un seguimiento adecuado

El artículo 4.7 de la Ley 44/2003 de ordenación de las profesiones sanitarias establece claramente que los profesionales deben «hacer un uso racional de los recursos diagnósticos y terapéuticos a su cargo, tomando en consideración, entre otros, los costes de sus decisiones, y evitando la sobreutilización, la infrautilización y la inadecuada utilización de los mismos».

Sin embargo, en el caso de bebés y recién nacidos, la infrautilización de recursos diagnósticos por razones económicas o de saturación del servicio constituye una vulneración de la lex artis que puede fundamentar una reclamación por negligencia médica.

Deficiencias en la comunicación con los padres

La comunicación efectiva con los padres es fundamental en la atención urgente pediátrica. Los errores más habituales incluyen:

  • No escuchar adecuadamente las preocupaciones de los padres
  • Desestimar información relevante aportada por la familia
  • No proporcionar instrucciones claras sobre la evolución esperada
  • Omitir signos de alarma que requieren regreso inmediato

La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha establecido en numerosas sentencias, como la STS 1367/2006, que la información proporcionada a los pacientes (o a sus representantes legales en el caso de menores) forma parte integral de la lex artis. Una información deficiente sobre signos de alarma puede constituir negligencia médica si deriva en un retraso diagnóstico con consecuencias para el paciente.

Marco legal para reclamar por errores en urgencias pediátricas

Cuando un bebé sufre daños por una atención inadecuada en urgencias, existen diferentes vías legales para reclamar:

Reclamación administrativa previa

El primer paso suele ser presentar una reclamación administrativa ante el servicio de atención al paciente del centro sanitario. Esta vía es obligatoria cuando se trata de centros públicos, según establece la Ley 39/2015 del Procedimiento Administrativo Común.

Lo que suelo recomendar a mis clientes en estos casos es recopilar toda la documentación médica antes de iniciar cualquier reclamación. Esto incluye:

  • Historia clínica completa
  • Informes de urgencias
  • Resultados de pruebas diagnósticas
  • Informes de especialistas posteriores
  • Documentación sobre secuelas y tratamientos

El plazo para presentar esta reclamación es de un año desde que se producen los daños o desde que estos se estabilizan, según el artículo 67.1 de la Ley 39/2015.

Vía judicial: civil o contencioso-administrativa

Si la reclamación administrativa no prospera o la respuesta no es satisfactoria, podemos acudir a la vía judicial:

  • Jurisdicción contencioso-administrativa: para centros públicos
  • Jurisdicción civil: para centros privados

En ambos casos, será necesario demostrar los cuatro elementos fundamentales de la responsabilidad médica:

  1. Acción u omisión contraria a la lex artis
  2. Daño efectivo, evaluable e individualizable
  3. Relación de causalidad entre la acción/omisión y el daño
  4. Ausencia de fuerza mayor

El artículo 1902 del Código Civil establece que «el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado», principio que fundamenta las reclamaciones en el ámbito privado.

Pruebas fundamentales para demostrar la negligencia

Para que una reclamación por errores en la atención urgente a bebés prospere, es fundamental contar con:

Informes periciales especializados

Los informes periciales realizados por especialistas en pediatría, neonatología o medicina de urgencias son la piedra angular de cualquier reclamación. Estos informes deben:

  • Analizar la adecuación de la atención recibida a los protocolos vigentes
  • Identificar desviaciones de la práctica médica estándar
  • Establecer la relación causal entre los errores y los daños
  • Valorar las secuelas y su impacto en el desarrollo futuro

Por lo que he visto en procedimientos reales relacionados con negligencias médicas en bebés, los tribunales valoran especialmente los informes realizados por profesionales que ejercen activamente en servicios de urgencias pediátricas, ya que conocen de primera mano los protocolos y estándares aplicables.

Protocolos y guías clínicas

Los protocolos asistenciales y guías clínicas de sociedades científicas como la Asociación Española de Pediatría o la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas constituyen referencias fundamentales para determinar si la actuación médica se ajustó a la lex artis.

Estos documentos establecen, por ejemplo, que todo lactante menor de 3 meses con fiebre debe ser considerado de alto riesgo y sometido a pruebas específicas, o que determinados síntomas como fontanela abombada, petequias o rechazo alimentario persistente son signos de alarma que requieren valoración inmediata.

Indemnizaciones: valoración del daño en bebés

La valoración económica del daño en casos de negligencias que afectan a bebés presenta particularidades importantes:

  • Proyección a futuro: las secuelas pueden manifestarse durante todo el desarrollo
  • Lucro cesante: pérdida de oportunidades futuras de desarrollo personal y profesional
  • Daño moral: especialmente relevante para los padres que ven afectado el proyecto vital de su hijo
  • Gastos futuros: tratamientos, terapias y adaptaciones necesarias durante toda la vida

El baremo de accidentes de tráfico, que se utiliza orientativamente en casos de negligencia médica según jurisprudencia consolidada, establece indemnizaciones específicas para menores, pero en mi opinión como abogado especializado en negligencias médicas, estas cantidades suelen ser insuficientes para compensar adecuadamente el daño causado a un recién nacido o bebé, cuya expectativa vital completa puede verse afectada.

Prevención: cómo actuar como padres

Aunque el objetivo de este artículo es informar sobre los aspectos legales, considero fundamental ofrecer algunas recomendaciones para prevenir errores en la atención urgente:

  • Documentar exhaustivamente los síntomas antes de acudir a urgencias
  • Insistir en una valoración completa si perciben que el bebé no está bien
  • Solicitar por escrito las instrucciones de alta y signos de alarma
  • No dudar en regresar a urgencias si la evolución no es favorable
  • Solicitar segunda opinión ante diagnósticos dudosos

En los expedientes que he tramitado, este tipo de situaciones suelen derivar en mejores resultados cuando los padres han sido proactivos y han documentado adecuadamente todo el proceso asistencial.

Preguntas frecuentes sobre errores en urgencias pediátricas

¿Cuál es el plazo para reclamar por una negligencia en urgencias que afectó a mi bebé?

El plazo general es de un año desde que se producen los daños o desde que estos se estabilizan. Sin embargo, cuando afecta a menores, este plazo no comienza a contar hasta que el afectado alcanza la mayoría de edad. Esto significa que los padres pueden reclamar en nombre del menor durante toda su minoría de edad, y posteriormente el propio afectado tendría un año adicional tras cumplir 18 años.

¿Qué documentación necesito para iniciar una reclamación por error en urgencias pediátricas?

Necesitarás la historia clínica completa (que puedes solicitar al centro sanitario), informes médicos posteriores que documenten las secuelas, pruebas diagnósticas realizadas (y las que deberían haberse realizado), y cualquier comunicación con el personal sanitario. También es muy útil un diario detallado de síntomas y evolución, así como fotografías o vídeos que documenten el estado del bebé antes y después de la atención.

¿Cómo se demuestra que un diagnóstico tardío en urgencias causó daños permanentes a mi hijo?

La clave está en el informe pericial médico que debe establecer: 1) Que existían signos y síntomas que, según los protocolos vigentes, deberían haber llevado a un diagnóstico más temprano; 2) Que el retraso diagnóstico superó el tiempo de ventana terapéutica para evitar secuelas; y 3) Que existe una relación directa entre ese retraso y las secuelas actuales. También es fundamental demostrar que, con un diagnóstico oportuno, el pronóstico habría sido significativamente mejor.

Conclusión: La importancia de una defensa legal especializada

Los errores en la atención urgente a bebés y recién nacidos pueden tener consecuencias devastadoras y permanentes. La especial vulnerabilidad de estos pacientes exige una atención médica particularmente diligente y una defensa legal igualmente especializada cuando se producen negligencias.

En NegligenciaMedica.Madrid ofrecemos un asesoramiento integral a familias afectadas por estos errores médicos. Nuestro equipo cuenta con la experiencia y los conocimientos específicos para valorar adecuadamente cada caso, identificar los errores asistenciales y construir una estrategia legal sólida orientada a obtener la compensación que las familias merecen.

Entendemos que, más allá de la indemnización económica, estas familias buscan justicia y la garantía de que su hijo recibirá todos los cuidados y terapias necesarios para minimizar el impacto de las secuelas en su desarrollo futuro. Por eso, trabajamos no solo en la reclamación económica, sino también en asegurar el reconocimiento de discapacidades y el acceso a prestaciones públicas que complementen la indemnización.

Si tu bebé ha sufrido consecuencias graves tras una atención inadecuada en urgencias, no dudes en contactarnos para una valoración inicial de tu caso. El futuro de tu hijo merece la mejor defensa posible.